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Ninfas

El abrazo

Hoy se derramaron mil lágrimas de cristal granado, las que chocaron contra los muros de tu inesperado giro. Me enfundo las vestiduras de la angustia más amarga, me sumerjo en el líquido espeso de la tristeza negra y entierro mi alma bajo montañas de silencio y soledad. Estoy vacío, húerfano, perdido como un suspiro arrastrado por una tormenta de corrientes frías. Mi piel se tiñe de un color blanquecino, se me cierran los ojos con la luz del alba y en mi boca se alojan dos caninos afilados y una sed de volverte a tener que ahora no puedo apagar.

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